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CONICET-CESIMAR
Cambios en la gestión de residuos reducen la frecuencia de ciertos tipos de malformaciones en Gaviotas Cocineras
Así lo observaron especialistas del CONICET que estudian los efectos del alejamiento de los basurales urbanos de las ciudades en Chubut sobre ciertas células sanguíneas de las aves
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Hacia finales del año 2013 y comienzo del 2014 se hizo efectiva la implementación en la zona del Valle Inferior del Río Chubut (VIRCh), Puerto Madryn y alrededores, de un nuevo sistema de manejo de los residuos a través del Consorcio Público Intermunicipal de Gestión de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU) en el noreste de la Provincia del Chubut. Hasta ese momento, una parte de la población de la Gaviota Cocinera (Larus dominicanus) solía alimentarse de desechos urbanos y descartes de las pesquerías locales en vertederos a cielo abierto concentrados en la ciudad de Puerto Madryn. A partir de la implementación del nuevo sistema de manejo de residuos, los basurales a cielo abierto, tanto urbanos como pesqueros, fueron cerrados en la ciudad y los descartes de la pesca comenzaron a procesarse para su uso en compostaje y otros productos en los márgenes de Puerto Madryn. Por otro lado, parte de los residuos urbanos producidos por las cinco ciudades más pobladas del noreste de Chubut (plásticos y papel, entre otros) son, desde ese momento, separados para su reciclado, y el resto depositados en un único vertedero ubicado a unos 35 kilómetros al sur de Puerto Madryn.
Estas modificaciones en la gestión de residuos dieron lugar a un cambio en el alimento disponible para las gaviotas que se distribuyen a lo largo de toda la costa chubutense y, por ende, en sus movimientos regulares en busca de alimento.
Un grupo de científicos y científicas del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (CESIMAR, CONICET) realizó un estudio sobre gaviotas cocineras en el que detectaron que el cambio en la gestión de los residuos se refleja en las frecuencias en la que aparecen anomalías en los eritrocitos o glóbulos rojos de la sangre estas aves.
“Hay estudios experimentales realizados en aves silvestres que muestran que cuando hay una mayor exposición a contaminantes, las aves presentan una mayor frecuencia de malformaciones nucleares en eritrocitos. En 2013 se hizo un muestreo sobre 24 gaviotas adultas en un basural en Puerto Madryn, con análisis de sangre y condición física, y en 2021 se repitió el mismo estudio en 34 ejemplares en el basural del GIRSU. Se realizó un recuento de las anomalías por cantidad de eritrocitos, debido a que, cuando hay un grupo de contaminantes dando vueltas, sería esperable una mayor frecuencia de eritrocitos malformados respecto a los normales”, explica Martín Frixione, biólogo y becario pos-doctoral del CONICET en el CESIMAR.
Si bien el estudio no arrojó diferencias entre los dos muestreos en la cantidad total de malformaciones, hay algunos tipos de anomalías cuya frecuencia se ve significativamente disminuida en los muestreos posteriores al cambio en el manejo de los residuos. “Parcialmente concluimos que en el año 2021 las gaviotas presentan menores frecuencias de malformaciones eritrocitarias de algunos tipos en sus núcleos y lo atribuimos a que las gaviotas están más alejadas del ambiente urbano debido a que el GIRSU dispersa un poco más los focos de contaminación -además de la posible disminución de contaminantes por el reciclado-,y se los lleva afuera de la ciudad. Esto hace que las gaviotas no estén tan agregadas en lo que es un ámbito urbano más contaminado”, añade el biólogo.
El estudio fue publicado por la revista Science of the Total Environment y junto a Frixione, trabajaron Verónica D´Amico, Miguel Adami y Marcelo Bertellotti, todos integrantes del CESIMAR.
A partir de este estudio, también se propone a la Gaviota Cocinera como una especie adecuada para el monitoreo de contaminantes en las zonas costeras del hemisferio sur, de acuerdo con su ecología y distribución. “La gaviota es un ave que nos sigue, y es esperable que tenga malformaciones en las células por su permanente exposición a ambientes antropizados. Por eso creemos que puede ser considerada un buen biomonitor ambiental, porque va a estar cerca de nosotros, es de las más abundantes y tiene distribución hemisférica, esto quiere decir que la tenemos en casi toda Sudamérica, en la Antártida, en Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda. Esto permitiría hacer estudios comparativos a lo largo del hemisferio”, explica el biólogo. Luego de este estudio, buscarán implementar inteligencia artificial para que el análisis se estandarice a través de un algoritmo que permita clasificar los tipos de malformaciones, se independice del investigador y pueda ser utilizado en diferentes regiones donde la especie esté presente.