• Uno de mis lugares de pertenencia.
  • Un lugar donde me dio la oportunidad de crecer tanto humana como profesional.
  • Mi lugar de trabajo, de encuentro con compañeres, de nuevas ideas científicas para llevar adelante, de crecimiento personal y como grupo de trabajo.
  • El CENPAT es el lugar en el que encontré mi vocación, el lugar que me permitió crecer profesionalmente y que me permite hoy en día proyectarme hacia el futuro. Pero además, es el lugar donde disfruto cada día junto a mis colegas y amigos/as.
  • Fue la puerta de entrada a esta linda ciudad y a la oportunidad de conocer mucha gente a la que valoro cada día.
  • El CENPAT es mi cotidiano, el escenario de mi vida desde que me mudé a Madryn. Donde viví momentos muy difíciles y tristes y muchos muy felices. Donde pude encontrar no solo compañeres de trabajo, sino también grandes amigues.
  • Un desafío. Un recomenzar.
  • Es un estilo de vida. Una comunidad que lleva su trabajo a cuestas a donde vaya...
  • Representa tener el privilegio de trabajar en lo que me gusta.
  • El CENPAT representa mucho en mi vida, ya hace mas de 8 años que he vengo realizando mis trabajos ahí y estoy muy orgullosa de seguir formando parte del mismo. Diría que es como mi segunda casa.
  • Es el lugar donde desarrollo mis investigaciones dentro una comunidad científica de muy alto nivel.
  • El lugar donde paso 8 horas de mi vida, 5 dias a la semana, progresivamente enrarecido en el contexto del enrarecimiento y degradación general de la sociedad argentina.
  • Un espacio muy importante desde donde desarrollo mi actividad profesional, que es mucho más que un trabajo.
  • Un segundo hogar, una familia.
  • Un lugar de trabajo.
  • Además de mi lugar de trabajo, es el lugar en donde me encuentro diariamente con muchos amigos. Formo parte del CENPAT desde los últimos años de mi carrera de licenciatura, mientras hacia pasantias.... lo considero como mi hogar.
  • El CENPAT en mi vida representa la vuelta al lugar de origen, la posibilidad de desarrollarme profesionalmente con un proyecto propio en la ciudad en la que nací, en un ambiente de trabajo ameno, con muy buenos compañeros. Es mi segundo hogar y por eso me provoca cariño y querer cuidarlo y colaborar en cada necesitad que el CENPAT tiene.
  • Toda mi vida laboral, 40 años contados desde los 25 años. No sé si es bueno o malo, pero así fue.
  • En el escenario de la vida, las personas cumplimos diferentes roles. En esa línea, puedo decir que el CENPAT me ofreció el más adecuado e inspirador escenario para desenvolverme como trabajadora, en mi rol de investigadora científica. Siempre fui apasionada por el conocimiento, por aprender. De alguna manera era el trabajo que el azar y la necesidad me hicieron elegir durante mis estudios universitarios, sin imaginarme que el CENPAT también me posibilitaría generar un espacio para que otras compañeras, otros compañeros pudieran desarrollar su trabajo científico-técnico, aquí en Puerto Madryn. En ese sentido, en 1989, aun desempeñándome como becaria, me trasladé desde la ciudad de La Plata y fui partícipe de un proyecto colectivo para instalar en Puerto Madryn, el primer laboratorio de Paleontología en el CENPAT; y más tarde, en 2015, en un nuevo contexto de país, y también de manera colectiva, pude gestionar y diseñar la creación del Instituto Patagónico de Geología y Paleontología en el nuevo CCT CONICET-CENPAT. Por otro lado el CENPAT me dio la visión de la importancia social del trabajo científico y me permitió devolverles a mis vecinos y mis vecinas de aquí y de la zona, algo de lo que hacemos en nuestro trabajo a través de una genial herramienta educativa y de transferencia que pudimos llevar a cabo y que es una marca registrada y apropiada por la gente, el CENPAT ABIERTO. Por último, en las tareas de gestión que tengo la responsabilidad de desempeñar en la institución hace varios años, he aprendido sobre la necesidad de seguir trabajando para lograr un mejor ambiente laboral, en donde no haya desigualdad ni violencia de género, y en ese sentido promover el reconocimiento efectivo de la perspectiva de género como dimensión transversal de las políticas y prácticas institucionales en el CENPAT.
  • Es el espacio donde tengo el trabajo que más me gusta, creativo individual y en equipo.
  • Una parte importante de mi vida. Un universo donde pude transitar mi camino como mujer y científica.
  • El CENPAT ha sido un escenario muy importante en mi vida. No sólo me permitió desarrollar mi profesion y mi pasion por la naturaleza sino que fue el ambito donde conoci a mi marido y donde mis hijos pasaron gran parte de sus primeros años. Es un conjunto de historias de vida que tienen un lugar comun: El CENPAT.
  • Un sueño hecho realidad que logré cumplir luego de años de esfuerzo personal apoyado por un grupo de profesionales muy cercano. Un grupo de amigos que hacen mas llevadera la actividad día a día.
  • Un lugar central en mi carrera, amistades y desarrollo personal de los ultimos 25 años.
  • Representa un lugar de pertenencia desde donde he podido relacionarme con libertad con personas con ocupaciones, visiones y realidades distintas, para generar en conjunto ideas y soluciones a problemas de relevancia local y regional.
  • El cenpat es el lugar de trabajo que es deseado por muchos y que ocupa en mi vida 32 años donde vivo experiencias incomparables que nunca pensé que un técnico mecánico electricista pudiera desarrollar su profesión y a su ves ser un técnico de campo.mirando y aprendiendo como es la geología, sacando un fósil, estudiar suelos ecología, biología etc participar y colaborar con muchos que hoy en día son investigadores importantes ;aportando un granito de arena de experiencia practica .Eso me leva decirles que es como la familia se han ido compañeros queridos y maestros como así también nacen compañeros nuevos . Esto es muy largo es para charlarlo largo y contarles como crecí en el CENPAT.
  • Mi casa laboral. El espacio donde estaba (hasta hace casi tres meses) la mayor parte de mi tiempo. El lugar que me dio la oportunidad de contar con una oficina, laboratorio, equipamiento, tecnología, contactos interdisciplinarios y, por sobre todas las cosas, un hermoso grupo de trabajo. Cuando ingresé al CENPAT dejé de sentirme sola y crecí mucho como profesional.
  • Una ventana más, tal vez la más importante, desde la cual observar, tratar de entender y actuar en el mundo, en ese pedacito de mundo que alguna vez elegí. En esos tantos años de andar por el Cenpat y sus alrededores he tratado de entender aquello de “cada uno es lo que hace con lo que hicieron de él” para darme cuenta que uno no se hace solo, se va haciendo con el otro, con lxs otrxs. Y eso, en el mundo de la ciencia es muy evidente. Los pocos centímetros de pared que uno construye lo construye sobre los ladrillos que antes colocaron otrxs. En ese pequeño mundo al que uno puede acceder a través de un sistema sensorial limitado, ampliado por ciertas tecnologías, herramientas, conceptos, ideas mayoritariamente de otros, se sintetiza todo el resto del mundo; viendo una parte, uno cree ver el todo. Uno sabe que el conocimiento está parcelado, que es muy fácil olvidar el contexto, pero, por fortuna, en el Cenpat siempre trabajó gente con miradas amplias, generalistas, estudiosos de sistemas socio- ambientales, personas que muy bien supieron integrar lo ambiental con lo social, que navegaron las aguas de la ciencia y el desarrollo tecnológico incorporando el arte, compañeros de acá y de otros lares que me ayudaron a levantar la mirada y ver más allá del limitado objeto de estudio. Siendo agnóstico desde siempre, entrar al Cenpat, ese “templo de la ciencia”, me resultó muy reconfortante, aunque siempre traté de ser consciente que no debía (no debemos ¡) tomar la ciencia como una nueva religión. Por cierto, la ciencia tiene sus antídotos para evitar el riesgo de los dogmas. También fue mi lugar de trabajo en el que me gané el pan de cada día y donde pude incorporarme a un gremio, ATE, un gremio que siempre defendió los derechos de lxs trabajadorxs y el rol del estado en distintas áreas del desarrollo, sobretodo en el del sector científico y tecnológico. El Cenpat fue además un lugar de pertenecía que me hizo (me hace) sentir orgulloso; a partir de ese lugar privilegiado pude actuar en otros ámbitos de la vida cultural de la ciudad y la región, conocer buena gente, conocer la estepa y sus habitantes, su magia y sus soledades y últimamente ver surgir de sus laboratorios y oficinas, como ha ocurrido a lo largo de todo el país, el colectivo feminista y su esclarecedora lucha por la ampliación de derechos. Fue un poco ese lugar “ . . . donde nunca se está del todo solo”, tal las palabras de la poeta Julia Prilutzky al referirse a la patria, porque a lo largo de estos 45 años, en cada pasillo de los distintos Cenpat que he recorrido, he podido encontrar ese otro / esa otra, compañerx, colega, amigx; parte de la patria chica, ese pequeño lugar donde uno descubre, una vez más, que “la patria es el otro”