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Especialistas del CENPAT trabajan junto a escuelas para reducir el contagio de enfermedades respiratorias

La investigación, realizada durante la pandemia por un equipo interdisciplinario del CONICET, tuvo también en cuenta la interacción entre características edilicias, condiciones meteorológicas y hábitos de ventilación.


Foto: Ministerio de Educación de Chubut

Aprender, desaprender, reaprender; podría ser el lema de lo que la pandemia de COVID-19 dejó a la humanidad desde 2020 a la fecha. Y la investigación científica en Argentina ha dado cuenta de ello, motivándose en iniciar nuevas líneas de investigación basadas en preguntas e inquietudes que permitieran abordar el fenómeno de la crisis sanitaria desde múltiples enfoques. Uno de ellos el estudio de enfermedades respiratorias en infancias y la posibilidad de reducir el contagio en el ámbito escolar.

“La pandemia de COVID-19 motivó que muchas personas que trabajan en ciencia, no específicamente relacionadas al tema particular, aportaran su conocimiento, herramientas, metodologías y tiempo, con el fin de brindar soluciones en ese contexto complejo. En nuestro caso, debido a nuestras trayectorias familiares y laborales, detectamos rápidamente la necesidad de abordar el tema de ventilación en las escuelas en la ciudad de Puerto Madryn”, resume Damián Taire, neumonólogo infantil e investigador asociado al Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas (IPCSH-CONICET), y la doctora en Ciencias de la Atmosfera, Natalia Pessacg, del Instituto Patagónico para el Estudio de los Ecosistemas Continentales (IPEEC-CONICET), quienes recientemente publicaron el trabajo “Ventilación de espacios educativos en el contexto de COVID-19  en Puerto Madryn, Argentina”, en la revista Meteorológica.

En principio, el incentivo para poder realizar este trabajo fue la donación de un sensor de dióxido de carbono (CO2) por parte de la Universidad de Colorado, que le permitió al equipo científico medir CO2 en espacios interiores, como manera de cuantificar el grado de ventilación de un espacio cerrado.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) especificó en 2021 que el contagio podía ocurrir a través de transmisión aérea de largo alcance, en entornos interiores mal ventilados o abarrotados. Y que los aerosoles (diminutas gotas de líquido exhalados por las personas), a su vez, podían permanecer suspendidos en el aire o viajar más allá de la distancia conversacional. Así, el personal científico del CONICET entendió que era indispensable evaluar y conocer la calidad del aire en términos de concentración de aerosoles, de modo de disminuir los posibles contagios en caso de presencia de personas infectadas con SARS-CoV-2. Este mecanismo de transmisión no es nuevo, por el contrario, la transmisión aérea es la forma dominante de transmisión de varios patógenos respiratorios. Es ampliamente aceptado por ejemplo que enfermedades como el sarampión, tuberculosis, varicela, viruela, influenza, SARS, MERS, virus sincicial respiratorio y rinovirus también se transmiten por inhalación de aerosoles.

“Uno de los métodos para evaluar si el aire que respiramos es saludable, es midiendo la concentración de CO2. Al respirar, junto con los aerosoles, las personas exhalamos CO2, por lo que la acumulación de este gas es un muy buen indicador de la acumulación de aerosoles (que pueden ser infectivos si hay alguien en periodo de contagio). Los medidores de CO2 indican entonces cuán probable es estar respirando aire que ya fue respirado por otra persona en un ambiente cerrado y sin presencia de otras fuentes de CO2, y por ende dan cuenta de la probabilidad de estar expuesto a patógenos respiratorios exhalados por otros”, detallan Taire y Pessacg.

Por ello, una de las conclusiones del estudio fue considerar fundamental la ventilación de ambientes interiores, como las aulas en jardines y escuelas de nivel inicial, durante los meses invernales, para disminuir el contagio de enfermedades respiratorias, entre ellas el COVID-19.

En el marco de la pandemia, se buscó colaborar con las instituciones educativas en verificar si la ventilación que estaban realizando era la adecuada. En el momento en que fue realizada la experiencia, los jardines y escuelas funcionaban en Argentina con el sistema de “burbujas” (turnado de asistencia), por lo que la cantidad de alumnos y alumnas por aula era menor a lo habitual. Los equipos docentes y alumnos/as mayores de tres años asistían a los establecimientos educativos con mascarillas tapabocas y hasta ese momento la vacunación para niños y niñas menores de once años aún no había iniciado en Argentina.

Así fue que, durante agosto de 2021, se evaluó la concentración de CO2 en 16 aulas de cinco establecimientos educativos diferentes de la ciudad de Puerto Madryn, y de acuerdo a los resultados se realizaron recomendaciones a las instituciones con el fin de mejorar la ventilación en las aulas y disminuir el riesgo de contagio de COVID-19. El estudio contempló además las características edilicias de las 16 aulas: dimensiones y orientación, sistemas de calefacción, disposición de puertas y ventanas y tamaño de las mismas. Así como también las condiciones ambientales externas (dirección y velocidad del viento, y temperatura) durante ese mes, dado que en función de estas se suelen modificar las formas de ventilación natural que se realizan en los espacios educativos, abriendo o cerrando ventanas en respuesta a las temperaturas, tanto interior como exterior, más que en respuesta a los niveles de CO2.

El contexto de la pandemia de COVID-19 brindó la oportunidad de poner en discusión la relevancia de la ventilación de los espacios interiores, no solo por el riesgo de contagio de SARS-CoV-2 sino también por las numerosas enfermedades respiratorias y contaminantes a las que están expuestas las infancias en los espacios escolares. Una adecuada ventilación de los espacios escolares puede significar un impacto relevante en la salud pública, especialmente de las infancias

¿Está previsto repetir la experiencia?

“Las y los investigadores expertos en aerosoles coinciden en que un mayor enfoque en la ventilación de edificios públicos (como lugares de trabajo, escuelas y hospitales) generará beneficios durante la próxima pandemia, e incluso cuando no haya brotes de enfermedades importantes. Para avanzar en este tipo de investigaciones es fundamental contar con un Sistema Nacional de Ciencia en Argentina fortalecido que permita el desarrollo de líneas de investigación específicas en la temática y el financiamiento económico necesario”, concluyen.

 


 

Referencia bibliográfica

Pessacg, Natalia L. y Taire, Damián (2024), VENTILACION DE ESPACIOS EDUCATIVOS EN EL CONTEXTO DE COVID-19 ´ EN PUERTO MADRYN, ARGENTINA. Meteorologica, Vol. 49, e028, 2024

DOI: https://doi.org/10.24215/1850468Xe028