CESIMAR-CONICET

Un investigador del CENPAT reconstruyó la captura de mamíferos marinos por la Real Compañía Marítima española en el Virreinato

Damián Vales estima en más de 200 mil los lobos marinos y menos de cien las ballenas cazadas entre fines del s. XVIII y principios del XIX por la compañía española.


Caza de lobos marinos realizada por trabajadores de la Real Compañía Marítima en la Isla Pingüino Sañéz Reguart A (1793) Diccionario histórico de los artes de la pesca nacional. Tomo 4. Madrid: Imprenta de la viuda de Don Joaquín Ibarra.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, la Real Compañía Marítima, una empresa pesquera española especializada en la caza de ballenas y lobos marinos, operaba en la Patagonia y a lo largo de la costa norte del Río de la Plata con el apoyo de la Corona. Damián Vales, biólogo e investigador del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (CESIMAR-CONICET), realizó una reconstrucción histórica de la captura de mamíferos marinos por parte de dicha compañía entre los años 1790 y 1804. “La Real Compañía Marítima es una empresa que fue creada por el rey Carlos IV con la idea de cazar ballenas y lobos marinos, principalmente porque en ese tiempo eran recursos muy importantes. De las ballenas y de los lobos se obtenía la grasa, que se usaba como aceite, y de estos últimos también se extraían las pieles”, cuenta el especialista.

En el trabajo, publicado por la revista The Holocene, se estima que la Compañía cazó menos de cien ballenas francas australes (Eubalaena australis) y unos 200.000 lobos marinos correspondientes a dos especies: lobo marino de dos pelos (Arctocephalus australis) y lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens). Ocasionalmente, también se cazaron algunos ejemplares de elefantes marinos del sur (Mirounga leonina).

Mientras la Compañía desarrollaba sus actividades político-administrativas en su sede de Madrid y sucursales regionales ubicadas en diversas ciudades portuarias de la Península Ibérica, las operaciones de caza de ballenas y lobos marinos se desarrollaron en aguas del Océano Atlántico Sudoccidental. Las fábricas se establecieron en Puerto Deseado e “Isla de los Reyes” (actualmente Isla Pingüino) y en la costa norte del Río de la Plata (ciudad de Maldonado, Isla Gorriti, Punta Ballena e Isla de Lobos, Uruguay).

“Desde el siglo XVI, la Ría de Deseado fue muy visitada por navíos ingleses, españoles y holandeses, era un lugar importante como refugio y para aprovisionamiento de las naves durante los viajes. A su vez, cerca de Puerto Deseado está la isla Pingüino, que tenía bastantes recursos, como lobos marinos y pingüinos. Si bien la Compañía en un principio se había propuesto cazar ballenas, se encontró con muchos problemas logísticos, carecían de la experiencia que tenían los balleneros británicos, americanos y franceses de la época, y terminó optando por cazar lobos marinos, algo que lo podía hacer en las islas”, explica Vales. También, el investigador agrega que “es interesante porque los españoles siempre han tenido una gran experiencia marítima, fueron una potencia marina por mucho tiempo y los vascos (españoles y franceses) fueron los primeros en desarrollar la caza comercial de ballenas a gran escala, pero para finales del siglo XVIII habían perdido mucha de esa cultura. Para llevar adelante la empresa contrataban arponeros que eran de otras nacionalidades, porque los españoles ya no contaban con todo ese conocimiento que tenían en el pasado”.

Según los registros de la época, en la Patagonia operaron las fragatas El Rey Carlos y La Reina Luisa junto con las goletas Lobo Marino, Ballena y La Unión, las cuales trasladaban grasa y pieles a puertos españoles, en algunos casos con escalas en el Río de la Plata.

“Si bien soy biólogo de formación, para este estudio tomé un enfoque más histórico, en parte porque me gusta y en parte también porque viene a responder cuestiones de la ecología moderna. La integración de datos retrospectivos en estudios ecológicos del Atlántico sudoccidental ofrece información valiosa para evaluar el estado de las poblaciones modernas y desarrollar objetivos de recuperación con referencias históricas”, finaliza el investigador del CESIMAR.